Curazao Bolívar Bon Bini

Punda… calle que diariamente caminaba el Libertador

BON BINI
BOLÍVAR EN CURAZAO
Por: Jorge Mier Hoffman

El acucioso historiador bolivariano, el curazoleño Jhon de Pool, a manera novelesca, nos cuenta la epopeya de Simón Bolívar en Curazao, en momentos en que cae la Primera República tras al pérdida de Puerto Cabello a cargo de Simón Bolívar, la capitulación de Francisco de Miranda a favor del realista Monteverde, la tragedia de Bolívar al conocer las desventura del Precursor, y la captura de Miranda a manos de Bolívar y otros oficiales, en momentos en que el Generalísimo pretendía huir hacia Londres, acto que se convirtió en un desagravio que, irónicamente, le permitió al futuro Libertador obtener el pasaporte y el salvoconducto, por parte de los españoles, para salir de La Guaira rumbo a Curazao.

El Aguazal de Punda estaba atestado de gente… Eran como las siete de la mañana y estaba a la vista del puerto de Willemstad de Curazao, una vela que venía de la Guaira… La caída de Puerto Cabello y la prisión de Miranda, que se consideraban como el final de la revolución de Caracas, eran los tópicos de diaria discusión en la isla… El anuncio, pues, de que estaba próximo a tomar puerto una embarcación de Venezuela, llevó a esa calle-muelle, además de los comerciantes que matinalmente se reunían en ese lugar, los borrachos que amanecían en las puertas de las tabernas, los marinos que salían y volvían de sus buques, a toda esa tuba de curiosos que sin finalidad ninguna, acudían a cualquier lugar donde hubiese algo que curiosear y a los venezolanos refugiados en Curazao, que esperaban ansiosos el desarrollo de los acontecimientos de su tierra.

-Es la “Jesús, María y José” -dijo alguien que veía al horizonte una velas meciéndose con el viento que venía del Sur del Continente, hacia la Vela de Coro en las costas de Venezuela.

Todos reconocieron al instante la pequeña vela que apenas se distinguía sobre el horizonte, al sur del puerto. Coincidía con la entrada de la goleta, la llegada de un señor ya entrado en años, aunque no viejo, que con su andar de cierta gravedad doblaba la esquina de la casa que albergaba la sociedad “De Gezelligheid”… Evidentemente este caballero pertenecía a la alta clase social de la isla. Vestía con elegante pulcritud de caballero de la época, pantalón blanco apretado, chaleco grande de igual color y una levita de color tabaco oscuro, de doble pechera, aunque abierta, mostrando gruesa leontina de oro que pendía de uno de los bolsillos del chaleco, en el cual se podía adivinar grande el reloj, lo mejor y más adelantado de acreditada fábrica de Suiza. Cubría su cabeza, finísimo Panamá de amplias alas, y llevaba en la mano bastón de madera negra, ébano, tal vez, con lujoso puño de oro. Se dirigió el recién llegado al grupo de venezolanos que se habían reunido en el muelle, los cuales al reconocerle, también se dirigieron hacia él, saludándoles todos con señales manifiestas de respeto y cariño…
-Buenos días -dijeron a coro.
-Muy buenos los tengan ustedes -contestó el recién llegado y añadió:
¿Usted que se había hecho que hace días no lo veía?
-Un catarrito, cosa de poca monta me encerró en casa, doctor, muchas gracias, la verdad que en esta isla se goza de buena salud -contestó el venezolano.
-De allí su nombre, según aseguran algunos -replicó el doctor

Curazao es palabra portuguesa que significa curación; los portugueses del Brasil venían a la isla a curarse de sus tercianas y otras calenturas

Quién se dirigía al grupo de venezolanos era el Dr. Mordechay Ricardo, abogado muy apreciado por el gobierno inglés de Curazao. Uno de los hombres más acaudalado de la isla y figura prominente, no solamente entre el gremio hebreo, sino en los círculos sociales de la isla…

Felizmente la embarcación arribó tras su corta travesía desde el puerto de La Guaira… De la goleta bajaron los venezolanos exilados por la persecución del gobierno de Monteverde: José Félix Ribas, Manuel Díaz, Piñango, Francisco Ribas, Vicente Tejera y Simón Bolívar, entre otros desventurados que huyeron de la persecución de Monteverde y sus secuaces, quienes violaron el acuerdo de Capitulación que firmó Francisco de Miranda… De inmediato Ricardo se aproxima a José Félix Ribas para presentar sus saludos; y tan pronto fue divisado por los venezolanos en tierra, exclamaron:
-Viva Bolívar..! al fin se salvó -dijo alguno- y no es cosa salvarse de las garras de Monteverde.
– Yo lo daba por más muerto que Miranda -respodió otro.
-y es mucho decir- Fueron los primeros comentarios.
-¿Cuál de ellos es Bolívar? -preguntó Ricardo.
-El de la patilla -le contestó uno.
– ¿Conque ese es el hombre de la tragedia de Puerto Cabello y la Guaira? -insistió Ricardo.
-Pronto sabrá la verdad de las cosas -añadió Ribas.

Tres agentes del gobierno inglés, tiesos, estirados y parsimoniosos, llegaron al muelle, subieron a bordo, bajaron a los dormitorios de la goleta… apenas unos pocos pasajeros fueron llamados por los agentes… Al rato volvieron a bajar a tierra los ingleses, quedando uno de guardia a bordo… El joven pálido y delgado Bolívar, se acercó a la borda para hablar con los de tierra… Su cara traía trazas de gran sufrimiento y sus ojos hundidos, revelaban que había sufrido un gran mareo durante la travesía… Ribas se dirige al Ricardo:

-Dispénseme doctor, si le molesto, pero es que el gobierno inglés ha confiscado todo dinero y las alhajas que traía Bolívar y solamente le han dejado escasamente la ropa -dijo con cierta ansiedad Ribas.
-Malo muy malo -respondió Ricardo- Cuando el inglés le pone la mano a dinero o valores, es muy difícil hacérselo soltar ¿Cuanto asciende lo confiscado?
-En dinero son doce mil pesos y las joyas otros cinco mil -Dijo la autoridad portuaria.
El doctor meneó la cabeza en señal de pesimismo e inconformidad con la confiscación que habían hecho las autoridades portuarias.

El Dr. Ricardo ubicó a los venezolanos en una curiosa edificación de mampostería de tres plantas conocida como Pleizierhuis (quinta de recreo) en el cerro Motete; una pequeña elevación a la orillas del canal en el barrio Otrabanda, que ofrecía una espectacular vista de toda la isla y aún más allá, donde se podía divisar las costas de Falcón en un día claro… La casa que cobijaría a los venezolanos no era cómoda, pero el sitio era tranquilo, pintoresco y fresco, propio para la contemplación y el recogimiento…

Al día siguiente, echas las gestiones ante el Gobernador de la isla para lograr que le devolvieran lo incautado a Bolívar, Ricardo le respondió:

-Han sido dos los pretextos de los inglese para expropiar sus bienes: primero la entrega que hizo usted de Francisco de Miranda, personaje apreciado del gobierno inglés, quienes le enviaron la nave “saphire” para trasladarlo a Londres, pero su huída fue frustrada cuando usted Junto a otros oficiales lo entregaron al gobierno español de Monteverde, a lo que Bolívar gritó de manera airada
-¡..Miranda fue un traidor..! un infame que vendió la República, nos vendió a todos y pretendió embarcarse en un barco de guerra inglés, y ya a bordo estaba su equipaje, sus papeles y los diez mil pesos que se le dieron primero y los doce mil pesos que le entregó después Robertson y las mil onzas que contenía su equipaje.
Gritaba airadamente el joven Simón Bolívar sin poder contener su rabia. Pero aún así continuó el Dr. Ricardo:
-Y segundo, por las deudas contraídas en Puerto Cabello por el bergantín “Celoso”, que era del gobierno, al momento en que usted administraba el puerto, por lo que en opinión de ellos, usted se hace responsable por dichas deudas.
-o sea que también mes están cobrando los pesos que Miranda pretendía llevarse a Inglaterra -respondió Bolívar.
y luego de un momento de reflexión cuando el joven se calmó por la injusticia cometida por el gobierno inglés, Ricardo los reconfortó con palabras de aliento:
-Mientras ustedes permanezcan en esta isla no les faltará nada, hasta que resuelvan lo que piensan hacer, ya se queden o ya deseen salir de Curazao. Usaré mis influencias en varias direcciones para que logren su propósito; sólo les recomiendo una cosa: mucho cuidado con sus acciones y conversaciones mientras estén en la isla. Por lo que he podido averiguar, ustedes están estrechamente vigilados; supongo que por gestiones del gobierno español de Venezuela.

 Una buena mañana llegaron a la isla las dos hermanas de Bolívar: María Antonia y Juana Neponucena… De inmediato fueron hospedadas por Ricardo en una peculiar edificación conocida como el Octagón, en la calle Pen a orillas del mar

Pasado el primer momento de la alegría por el recibimiento y la felicidad por haber huido del despiadado gobierno de Monteverde, vino luego la preocupación del tener que proveer los medios de vida para ellas. Aunque no llegaron escasos, y se manejaron de manera que lo que traían no corriera la misma suerte que los de su hermano, allí estaba el Dr. Ricardo, que asumió la dirección del bienestar de los recién llegados, y que junto a los otros venezolanos exiliados, fueron acogidos con cariño y hospitalidad por los residentes de la isla de Curazao.

Durante los meses siguientes Bolívar era saludado cariñosamente por los humildes habitantes, quienes les llamaban “General”, cuando caminaba desde el barrio de Otrabanda hasta Punda, en casi una milla para visitar a sus hermanas… Se le recuerda con sus pantalones largos y estrechos, ya cortos con medias de seda; ya corto saco militar con botones de metal, ya saco de color chocolate oscuro, y no faltó oportunidad en que usara traje de lujo, con camisa blanca de bordadas mangas, cuello y chaleco del mismo color… Usaba sombrero de paja, especie de Panamá, de anchas alas y gruesa cinta negra. A veces usaba corbata que rodeaba el cuello, gran pañuelo de seda en la garganta. Siempre llevaba un pequeño fuete o bastoncito en la mano… Con esta indumentaria, Curazao se acostumbró a ver a Simón Bolívar diariamente atravesando sus calles.

Estos paseos diarios vinieron a estrechar la amistad entre el joven impulsivo Bolívar y el flemático abogado Ricardo… Como necesariamente en sus visitas a sus hermanas, tenía que pasar aquél ante la casa de éste, cuando Ricardo, gozando de la sombra agradable de su terraza, leía sentado en su mecedora, al divisar al venezolano, salía a la puerta de la calle para conversar y algunas veces los dos caminaban hasta el Octagón… Era cosa corriente ver a estas dos personas sentadas bajo las matas de uva de playa que abundan en estas costas, gozando de la sombra, que cual gigante quitasol, sus hojas en forma de abanico arrojan al suelo.

Un día llegó la noticia de la traslación del Generalísimo a España… Ricardo, hombre de profundo conocimiento del corazón humano, se convenció de que en el espíritu de Bolívar estaba arraigada la convicción de la culpabilidad del viejo Precursor… Ricardo aprovechó para abordar el tema de Miranda:

-¿Ha oído usted las últimas noticias?
-¿Es del todo cierto que a Miranda lo manda para España? -Preguntó el venezolano
-Sí mi amigo -le dijo Ricardo.
-Es aquí en América en donde ha debido ser castigado -reflexionó Bolívar.
Sus palabras reflejaban la amargura de su exilio y la pérdida de la Primera República, a lo que Ricardo reflexionó:
-Indudablemente para él hubiera sido mucho mejor haber muerto frente a los fusiles de ustedes. La vida que le espera en una prisión, lejos de toda influencia benéfica, es mil veces peor que la muerte; al fin y al cabo, era como usted venezolano y como usted luchó por la patria. Si ustedes hubiesen cometido el error de fusilarlo, hubiera sido una mancha en la historia suya que usted nunca hubiera podido borrar por grande que pudiera ser el valor de sus servicios a la patria, en años posteriores.
-¿Cree usted, pues, que yo procedí criminalmente, por resentimiento personal? -Interrumpió Bolívar.
-Le confieso sinceramente que yo, al igual de muchos, sí lo he creído así -Le contestó Ricardo- Pero ahora que le voy conociendo, estimando y ahondando en su espíritu, comprendo que usted procedió con relativa buena fe, dentro del impulso incontenible de su temperamento. Usted creyó real y sinceramente a Miranda como un traidor a su patria y con igual sinceridad creyó usted que en unión de sus compañeros, hacían ustedes un servicio a la patria, asumiéndose la responsabilidad de tamaña determinación.
-Así lo consentimos esa noche que lo encontramos haciendo los preparativos para abandonar el país, sin antes asegurarse que se cumpliera a cabalidad la Capitulación que él firmó con Monteverde -le replicó Bolívar.
-Joven, yo tengo la firme convicción de que hay una Providencia. Fuerza Superior que marca, dirige y determina el más mínimo de los movimientos y motivos de todo lo que existe y sucede -le dijo Ricardo- No conocemos sus designios ni el por qué de sus mandatos; pero para el que observa, está patente en todo lo que acontece. Desconociendo sus propósitos, con frecuencia nos quedamos perplejos ante sus mandatos, y los juzgamos con nuestro criterio netamente humano, en la concepción que tenemos de lo propio o impropio, que como todo lo humano es imperfecto y deficiente. Fue indiscutiblemente la Providencia que arrancó la responsabilidad de la suerte de Miranda de sus manos de usted para ponerla en los hombros de España… Piense usted, que para Miranda es natural suponer que después de tantos años de guerrear con lo mejor y más granado de los soldados del mundo, no podría encontrarse en su elemento al frente de un ejército improvisado como el que tuvo bajo sus órdenes. Hay que aceptar que era un desarraigado pero nunca un cobarde. No hubiera dormido en tierra si hubiera tenido miedo, y menos ante la posibilidad de dormir en la seguridad que le brindaba el barco de guerra inglés, cuyo Capitán le ofreció sus camarotes para que pasara la última noche en La Guaira ¿..Qué sus operaciones frente a Monteverde eran inexplicable..? es verdad, pero ustedes no le dieron tiempo de revelar sus propósitos. También es lógico el suponer que al ver que se dudaba de él, su orgullo herido, le hizo callar y sentir desprecio por los que no le habían podido comprender ¿..Quién asegura que su salida del país, tal cual como la pretendió hacer, era una vergonzosa fuga..? ¿..Acaso no podría estar en sus planes el propósito de armar una expedición libertadora con el dinero que llevaba consigo..? ¿..Una expedición militar más adecuada, según la experiencia adquirida, y armada de manera que fuera más efectiva y así encender de nuevo la tea de la revolución…? Sus mismas palabras en los momentos de su prisión en La Guaira, revelaban que estaba convencido que con los elementos que le rodeaban, era inútil todo esfuerzo, cuando dijo: bochinche… bochinche… siempre bochinche..!
-Si es como usted dice¿..Por qué no habló..? ¿..Por qué no se explicó..? -Le preguntó Bolívar
-Probablemente por haber estado usted entre los que le prendieron. -Le dijo Ricardo- La amistad que existió entre ustedes en Londres, aquella amistad que hizo que usted lo trajera a Venezuela, en contra de la opinión del Gobierno de esos momentos, se fue prontamente deshaciéndose al calor del temperamento de ustedes. El suyo, impetuoso e imperativo; y el de él, arrogante y dominante, rodeado de la aureola que le diera su fama en Europa y los Estados Unidos.

Ya el sol empezaba a dorar con el fuego de sus postreros rayos el perfil de las nubes, y el cielo tomaba un tinte violáceo, cuando pausadamente, sin hablar una palabra más, los dos personajes se dirigieron caminando hacia el centro de la ciudad.

Simón Bolívar y el Dr. Mordechay Ricardo, en Curazao

Se cuenta que Ricardo no volvió a tocar el tema de Miranda, y que dejó que Bolívar hiciera a solas sus caminatas diarias hacia el Octagon… Era su intención, dejar que el venezolano meditara en la soledad de su infortunio… Se dice que Bolívar solía sentarse sobre una roca al pie de la casa de ocho lados, y mirar y mirar el infinito mar, como si buscara las respuestas a esa tormenta de ideas que cruzaban por su mente incansable… Hasta que un buen día visita a Ricardo:

-Doctor, he resuelto irme a Cartagena a ofrecer mis servicios a la causa de la Independencia- Le confesó Bolívar.
-¡..Magnífico..! -Gritan sus compañeros a coro.
De inmediato Ribas se comunicó con su hermano Juancho para fletar una embarcación desde La Guaira que los llevaría a Cartagena, dejando a sus hermanas bajo la protección del eterno y entrañable amigo Ricardo.

En el futuro, Curazao brindará asilo a los exilados de la Revolución Bolivariana, luego de la caída de la Segunda República, cuando el Libertador abandona su patria rumbo a Cartagena… pero luego, dos curazoleños serán determinantes en la consolidación de la República de Venezuela: Pedro Luis Brión, quien fue el primer Almirante de la Gran Colombia y Capitán General del Ejército Libertador, cuyos restos acompañan a los de Simón Bolívar en el Panteón Nacional; y Manuel Carlos Piar, quién logró la victoria en la batalla de San Félix, que aseguró la liberación de Angostura, desde donde Bolívar partió con su ejército para liberar cinco repúblicas… Los curazoleños Luis Brión y Manuel Carlos Piar, son los únicos dos extranjeros que figuran en el Monumento de la Independencia en el Paseo de Los Próceres en Caracas.

Por lo tanto, no es de extrañar el contenido del comunicado que desde Willemstad emitieron los voceros oficiales de la isla de Curazao, ante la presencia de un portaaviones estadounidense amenazando la soberanía del Caribe:

“Para Curazao, Estados Unidos es un amigo, pero Venezuela un hermano, y por eso hemos manifestado, abiertamente, nuestro respeto y solidaridad al gobierno venezolano”

9 comentarios

  1. me ha parecido un estupendo resumen,voy en estos dias a curazao y he querido empaparme de su historia pero nunca pense encotrar tan bello escrito,felicitolo por su agradable resumen.

  2. Hermoso trabajo. Temas para lectura reflexiva para estudiantes. Genera sentimientos patrios y gran admiración por nuestro padre. Simón B.
    Felicitaciones.

  3. Me encanto su escrito soy una estudiante y me toco hablar del tema del exilio de Bolivar a Curazao y este escrito me ha hecho reflexionar ante muchos hechos y me encanto…gracias por este pedacito de cielo que me haz brindado y pues muchisimas gracias!!…

  4. Muy buena información aunque no la leí je je. 😛

  5. Increíblemente relatado, de estos escritos es que debemos tomar el pensamiento de Hermandad que debe prevalecer en LATINOAMERICA, superando así los pensamientos mezquinos y personalistas de los políticos de nuestro CONTINENTE

  6. vaya resumen con esto me asegurare un gran 20 que éxito muchísimas gracias

  7. Los ciudadanos Judíos de Curazao, ayudaron a Simón Bolivar a financiar la gesta de la Independencia sudamericana del norte, sólo pidieron que una vez recuperada Cartagena de Indias, sea abolida la Inquisición que perseguía a los judíos. Lo mismo pidieron los Haitianos respecto a la liberación de los esclavos. Bolívar cumplió con ambos y se abolió la esclavitud y se cerró definitivamente la indigna Inquisición en territorio de la Gran Colombia. De allí que ni Bolivar ni sus sucesores hasta el siglo XX incluido, pretendieron anexar éste enclave Colonial de Curazao tan cercano a Venezuela, como homenaje a la ayuda que el Doctor Ricardos y sus pares dieron al libertador en tiempos difíciles para la revolución sudamericana.

  8. epoca dificil para la patria.gracias curazao.

  9. Excelente y preciosa narración, muy precisa y marcada por los designios de la divina ley que todo lo sabe lo ve y como indica Ricardo nuestra mente humana limitada e imperfecta no entiende los maestros ascendidos que nos guían desde los planos de luz, hay muchos seres como Ricardo en su época, el periodista que escribe en Curazao, Venezuela y el mundo con esa misión .


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    Esta Sección complementa la Sección “Bolívar un Enigma Americano” donde se presentan artículos referidos a la magia y el misterio que envuelven la Gesta Libertador de Simón Bolívar. Ambas Secciones constituyen un legado del Libertador, que ahora está al alcance del CIBERESPACIO, para profundizar en la BOLIVARIANOLOGÍA, como yo llamo a esa ciencia inédita que nos introduce en el interesante pasado americano, donde ese venezolano de nacionalidad continental llamado Simón Bolívar, fue el redentor de la extintas civilizaciones americanas, para convertirse en un Mesías que nos trajo, no sólo la libertad, el gentilicio y la nacionalidad, sino la Doctrina de una Religión que profesamos todos los nacidos o asimilados a estas prodigiosas tierras americanas: el BOLIVARIANISMO Por: Jorge Mier Hoffman